Cyrano de Bergerac

Cyrano de Bergerac es, desde hace más de 25 años, uno de los referentes más intensos del teatro en nuestro país. Recuerdo muy bien el día que fui a ver la obra al teatro, yo era un niño, y recuerdo también haberla visto muchas veces más en la versión de cine, en el vídeo de casa.

El montaje de Josep Maria Flotats es una de las razones que me llevan hacia el mundo del teatro. En cada ensayo me planteo ¿por qué no haber hecho este texto antes? ¿Cómo es posible que hayan pasado 28 años y nadie lo haya vuelto a hacer? Seguramente la respuesta es sencilla: ¡la huella del montaje de Flotats ha sido demasiado fuerte!

Es una maravilla ensayar estos grandes textos donde en cada verso te sorprendes de cada una de las palabras. Para una compañía como la nuestra, La Perla 29, es interesante cambiar tanto de registro (venimos de hacer Incendios del libanés Wajdi Mouawad) y hacer una obra de espadas, sombreros, amores, odios, engaños, guerra, humor e ingenio... nos apetece mucho en este momento.

Cyrano me tiene el corazón robado. Es conmovedor y muy encantador, te atrapa desde el inicio, te seduce. Es un hombre fuerte, ágil, inteligente, un líder. Es buena persona, agudo, osado, valiente, ligeramente impertinente e irónico. Consigue ofender pero al mismo tiempo atrae. Es un caballero orgulloso y coherente, un hombre íntegro que nunca aceptaría venderse. Ágil con la espada y con el verso. Un hombre total: bueno con las letras y bueno en la batalla. Presentado así parecería el hombre perfecto, ¡pero no! ¡No, la perfección no existe... y Cyrano tiene un problema! Una deformación que se concentra en su gran nariz. La jugada del autor es magnífica, porque la nariz es lo que lo hace imperfecto. Es la muestra visible de la imperfección. Cyrano está obsesionado con su nariz desproporcionada y la problemática que tiene con ella se enquistada dentro de su espíritu y tiñe toda su existencia, haciéndola complicada y difícil. Sufre.

Cyrano es fuerte y valiente (tiene todas las cualidades de un hombre) y al mismo tiempo es extremadamente sensible y dado a la palabra. Un hombre que termina seduciendo no a través del físico sino a través del pensamiento y la poesía. A través de la palabra afilada. Finalmente, el defecto de Cyrano (su nariz grande) lo hace ser más brillante, pero lo hace sufrir desmedidamente. Y cuando encuentra a Cristián, joven y guapo, fabrican un juego inteligente que va tejiendo una trampa para los personajes. Un juego muy shakesperiano que pasa por hacer teatro dentro del teatro. Suplantar personalidades, llegar al espectador de forma clara: si interpretas a otro creces con él, y te enredas en unos mundos peligrosos pero preciosos.

La obra de Cyrano es una maravilla y el argumento está muy bien trenzado. También por la frescura de los versos y la manera de llegar al alma de todos los espectadores. Lo que Cyrano dice a Rosaura es precioso. Te estremece y emociona. En tiempos de crisis buscamos emociones fuertes y "totalmente tremendas". Buscamos con ansias lo que te hace vibrar todo el cuerpo y el alma. Lo que te hace reír mientras lloras. Cyrano es una obra de mosqueteros, con peleas, bailes, espadas, carreras, guerras, amor, teatro, canciones, traiciones, conspiraciones, emoción, muerte y más amor. Una obra completa y extraordinaria.

Oriol Broggi