Assedegats

¿Quién no ha despertado alguna vez con el vacío dentro? Con unas ganas irrefrenables de ser libre y vivir convencido de que el amor y la belleza pueden absolutamente con todos los horrores. Con la convicción de que es necesario dejar atrás las rutinas asfixiantes y las normas absurdas, el prosperar insignificante y la distancia triste. ¿Quién no espera reencontrarse algún día con la infancia abandonada? Donde la voluntad y la sorpresa y el amor y el rechazo y el sueño y la euforia eran tan intensas que el mundo y la vida eran una misma cosa, y valían la pena.

Wajdi Mouawad nos lleva esta vez al núcleo de la adolescencia, en el tránsito entre la infancia que debe dejarse atrás y la edad adulta que no quiere asumirse. Sedientos de vida, queriendo palpar al infinito con la palma de la mano y meterlo dentro, Murdoch, Norvège y Boon entrecruzan sus caminos donde la belleza y el absurdo se juegan en un pulso su supervivencia. Murdoch se levanta una mañana decidida a vomitar verbalmente toda la rabia que acumula frente a un mundo al que no encuentra sentido ni esperanza. Norvège se ha encerrado en su habitación desde hace días y no quiere salir de ella o es incapaz de hacerlo. Boon sueña con ser escritor y hacer crecer la belleza de este mundo.

Quince años más tarde Boon, convertido en antropólogo forense, reconoce en unos restos hallados en el fondo del río Saint Laurent el cadáver de Murdoch, que había desaparecido misteriosamente. Esto le lleva a rememorar su adolescencia y sus sueños abandonados. Y descubre que la sed insaciable de sentido y belleza de Murdoch y Norvège les acaba uniendo para siempre, de forma sorprendente, traspasando los límites entre realidad y ficción. Este descubrimiento vuelve a abrir el grito vital de la adolescencia, con demasiada frecuencia sepultado a pesar del tiempo que nos toca vivir. ¿Quién no ha despertado alguna vez con el vacío dentro? ¿Y qué ha hecho?

Una producción de La Perla 29 con la colaboración del Festival Grec de Barcelona 2020