L’Orfe del Clan del Zhao es un canto triste al optimismo. Triste, seguramente a los ojos de un occidental que ha nacido en la segunda mitad del siglo XX. Pero la tragedia de Ji Junxiang supera a cualquiera de estas categorías.
El mismo día que Du'an Gu, jefe de seguridad del imperio, extermina a los trescientos miembros de la familia Zhao, la princesa, hija del emperador, da a luz a un niño que será el último superviviente de la estirpe . Con él está la esperanza de salvar a toda una familia que ha muerto injustamente. Cheng Ying, médico de la princesa, para restablecer el orden y haciendo nombre a la justicia decide sacrificar a su propio hijo, también recién nacido, y huir con el huérfano. A partir de ahí el huérfano crece con una identidad falsa en el mismo palacio de Du'an Gu con dos padres. Cuando sea mayor, y esté formado, cuando haya conocido todos los secretos de las artes y de las armas, Cheng Ying le explicará la verdad y él no tendrá más opción que enfrentarse a su propio destino.
De
Ji Junxiang
Traducción
Alicia Relinque / Joan Sellent
Dirección
Oriol Broggi
Reparto
Pablo Derqui
Borja Espinosa
Lluís Marco
Marta Marco
Julio Manrique / Òscar Muñoz
Ernest Villegas
Y música en directo de Joan Garriga
Iluminación
Pep Barcons
Vestuario
Berta Riera
Ayudante de dirección y dramaturgia
Marc Artigau
Diseño de sonido
Damien Bazin
Proyecciones
Francesc Isern
Caracterización
Àngels Salinas
Maestro de armas
Isaac Morera
Confección de vestuario
Nené Fernández, Imma Porta y Raquel Bonillo
Alumna en prácticas del Institut del Teatre
Anna Gironella de Mundet
Apoyo a confección de vestuario
Sara Cuadrillero
Fotografías
Bito Cels y Marina Raurell
Diseño
Júlia Torres
Una producción de La Perla 29
Hay muchas cosas que me llevan a pensar que L'orfe del clan dels Zhao es un texto importante, fuerte y valiente para hacer en nuestros días.
Por un lado, el texto de Junxiang nos abre las puertas a la dramaturgia china, casi a sus inicios. Nos abre una ventana a un mundo que no conocemos y que la mayoría de nuestros espectadores no conocen. Un mundo nuevo para nosotros, y a la vez tan viejo que impresiona cuando calculas toda su grandeza y edad.
Por otro lado, El orfebre cuenta una historia de venganzas que lleva a los protagonistas por un mundo de tragedia y épica elevadísima. Esto también me resulta atractivo. Me recuerda a Sófocles, me recuerda a Mouawad... me recuerda que los hombres inventamos la tragedia para explicarnos nuestra propia existencia.
Los personajes llegan ante el espectador, se presentan, y con toda solemnidad explican su historia. Poco a poco nos sumergimos en ella, vamos entrando en sus vidas. Es una manera diferente de contar una historia, tiene un regusto de fondo que nos evoca escenas de Shakespeare, Sófocles, Brecht o Mouawad.
Cheng Ying, el protagonista, debe hacerse cargo de la educación del último superviviente de un clan, los Zhao, que han sido exterminados por el malvado Du’an Gu. Ying debe sacrificar a su propio hijo por la estirpe que representa todos los valores más nobles, y a la vez más sencillos. La estirpe de los buenos hombres y de los gobernantes justos, que siguen los buenos códigos del lejano imperio chino. Y este es su gran drama y esta es su gran virtud.
Los actores habitarán un espacio a cuatro bandas, con el público que los rodea, en una nueva y arriesgada disposición del Teatro Romea, para que el teatro llegue desde todos los puntos, y para que la historia sea cercana y directa. En resumen, para hacer posible lo que busca La Perla 29, una forma especial de encontrarse con los actores, el público y las historias.
Oriol Broggi
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(a partir d'1h i 1/2
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